Los motivos por los cuales comemos son múltiples. Y no siempre está detrás la "necesidad de nutrientes", entendida como supervivencia.
Expertos en la materia coinciden en que "...estrés, emociones, sueño, olfato, vista y convenciones sociales, son algunos de los estímulos más potentes del apetito".
Cuando llevamos varias horas sin comer, aumenta la secreción GHRELINA en el estómago, y disminuye la producción de LEPTINA (hormona con efecto saciente), en el tejido adiposo.
Esta situación se equilibra comiendo.
Se ha comprobado que cuando se DUERME POCO, sucede lo mismo.
Y podemos acabar COMIENDO cuando en realidad lo que nos sucede es que deberíamos DORMIR más.
También sabemos que las personas que no duermen desarrollan con más frecuencia RESISTENCIA a la INSULINA.
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